10 minutos

Y ahí estaba él, cuando el alba despuntaba y el gélido frío hería entre los poros de su aún joven e inqueta piel ahí fuera, tumbado y recostado en una habitación de luz ténue, bajo el regazo momentáneo de una mujer que seguramente con los años simplemente sería una anécdota -aunque secreta- más en su vida, ante ese cuerpo despampanante desnudo, tan lindo por fuera y tan triste por dentro, de todos y de nadie…malditas coincidencias.

30 minutos de sexo desenfrenados no le habían dejado sin las ganas de incluso después, hacer un poco de filosofía, de conocer un poco más a esa chica de ojos tristes y de alegre corazón, siempre le dieron algo de tristeza ese tipo de profesiones, gente que no tiene otro remedio que satisfacer necesidades de otros para poder comer caliente, y más aún se le inquietaba el corazón cuando le reconocía que para nada le gustaba lo que hacía…malditos destinos.

Y maldecía la vida mientras se vestía torpe y tristemente ante aquellos ojos cansados y lamentaba que no todos pudieramos elegir nuestros destinos, que era lo que había y debía de seguir hacia delante y que ojalá le fuera más lindo que ahora en un futuro…

Y bien supo que aquella charla de 10 minutos valió muchísimo más que tantísimas horas de sexo desenfrenadas, y esos minutos sí que no tenían precio.

«El cariño, que es tan caro y tan profundo, si una mujer necesitada te lo dá por casi nada es porque es la mas honrada del mundo»

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