Destinos

destinos

Sus ojos no veían mas allá de aquella venda ciega de amor, pasión y desvelo que le atormentaba diariamente, apenas podía encauzar dos palabras seguídas sin pronunciar temerario su nombre, un nombre de mujer, por la cual sus años de juventud iban consumiendose en fracaso, calvario, quehaceres y vagas esperanzas.

Aquel destino que una vez los unió estaba condenando religiosamente cada minuto de vida de aquel amor, ella quizás no creía en ello, disfrutaba la vida como una yegua sin freno, desgastada de andar por el suelo, viviendo la vida en un silbido, mientras él continuaba desvelándose por ella, sin encontrarla.

[impacto]

Mi maltrecho corazón no llegaba a asimilar aquella situación de ese sábado noche…quizás el whisky ese malo estaba haciendo estragos ya sobre mí, la euforia y las ganas de desfasar se me habían quitado por completo, al ver ese rostro maltrecho, aquel «viejo» de 19 años, desvivido, compartiendo senderos de tránsitos imcomprensibles para mí durante aquella noche buscando aquella mujer, que seguramente volvía a hacer de las suyas.

[resignado]

Nos dijo que no quería molestarnos más…que ya habíamos echo bastante, demasiadas llamadas a costa de mi móvil, demasiadas caminatas buscando nada, que lo pasaramos bien…y olvidaramos el tema, compungido le miré a los ojos y a pesar de clavarle mi mirada de poeta de mierda, de manos vacias, dudo que pudiera traspasar aquella venda de amor que le cegaba, le dí un beso de amigo en la mejilla y le dije

¬ Se fuerte, que no pasa nada

Agradeció nuestra amistad, y desfiló solitario por aquella senda de melancolía…yo me quedé allí divagando, maldiciendo lo puta de esta vida.

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